San Juan de los
Morros, 30 de enero de 2019.
Ensayo: “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación
del Futuro”
Los Ojos
Ciegos del Conocimiento y el Sueño de la Comprensión
Antes
de iniciar en los caminos de la investigación no supe nada de Edgar Morín
-Filósofo y Sociólogo Francés-, ya eso fue un error, ahora en esta ocasión
donde por segunda vez ha correspondido leer sus pensamientos, su
perspectiva e interpretarlo en esa
búsqueda de comprensión y anhelo por ser participe en la exploración del mundo
de la investigación y así generar algún
cambio o mejoría en el proceso educativo, sobre todo desde el punto de vista de
las responsabilidades del maestro, profesor, docente, instructor, como sea que
queramos denominarlo; debo expresar que continua mi curiosidad por descubrir la
complejidad de su pensamiento, el cual por supuesto está adaptado para el
entendimiento de un universo lleno de movimiento,
diversidad e incertidumbre, que requieren la incorporación del conocimiento de
ciertos saberes, como lo son:
Las
cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
Los
principios de un conocimiento pertinente
Enseñar
la condición humana
Enseñar
la identidad terrenal
Enfrentar
las incertidumbres
Enseñar
la comprensión
La
ética del género humano
Estos
“Siete Saberes Para la Educación del Futuro”, recopilados en un libro cuyo
título obedece a la denominación anterior,
ofrecen la oportunidad de construir una visión más equilibrada y
holística sobre la concepción del
proceso educacional, y no en vano
percatarnos de la veracidad del lema
-educarnos para la vida- y no sólo educarnos para la competencia y para el
trabajo.
He
decidido abordar el análisis de dos de los saberes expuestos por el Autor Edgar
Morín, estos son “Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión” y “Enseñar
la comprensión”, sin que esto
signifique algún desinterés por los demás saberes, sólo tocaba elegir.
Antes de siquiera leer los saberes
de Morín, ofrezco una humilde interpretación desde mi complejidad, desde mi
universo. En primer lugar “Las cegueras del conocimiento: El error y
la ilusión”, infiero que
posiblemente alude al hecho que no precisamente la obtención de un gran nivel
de conocimiento te hará ganar la sabiduría para diferenciar entre lo real y lo
irreal, es una fantasía el presumir dominio a partir del conocimiento, pues la
realidad que yo conozco, nunca será igual a la del otro.
En
segundo lugar, y sin que la posición indique importancia, el saber “Enseñar
la comprensión”, el conocimiento no se puede enseñar, ni se puede
enseñar a aprender, pues sería algo mecánico, pero si se puede enseñar a
comprender. Un individuo que comprenda su propia realidad, quizás tenga mayor
probabilidad de comprender la del otro y aceptar que no somos iguales, pero que
es nuestro deber esforzarnos por poder convivir en el mismo planeta, en el
mismo barrio, en la misma escuela, en la misma comunidad, en la misma
universidad.
Ahora
bien, ya entrando en materia bajo el enfoque de lo expresado por Edgar Morín,
(1999), es importante resaltar que en todo aspecto del conocimiento está
implícito la polémica del error y la ilusión, situación que en ocasiones
obedece a la subjetividad de la mirada o
la visión de cada persona, subjetividad que va ligada a las emociones, y al
estado de ánimo o afectividad.
Bien
sabemos que la percepción de la realidad pudiera cambiar de acuerdo a nuestro
estado de ánimo o afectos y pudiera
conducirnos o no, a una
percepción equivocada, interpretada quizás como ilusión, quizás como error; sin
embargo es vital considerar que eliminar la afectividad no garantizará la
disminución de los errores, al contrario esta es vital, ya que está ligada a la
inteligencia, va de la mano con la
pasión, la curiosidad, los cuales son aspectos fundamentales para hacer
ciencia; en ese sentido la afectividad pudiera tanto afectar, como aumentar el
conocimiento, permitiéndonos en ocasiones obtener un conocimiento valido o
conducirnos al error, la ilusión, y las cegueras; siendo este dilema motivo
principal para que la educación se ocupe de la determinación del origen de los
mismos.
Puede
darse el caso de la existencia de Errores mentales, los cuales no son culpa
nuestra, pues estos forman parte de nuestra naturaleza humana, ya que cuando
observamos un objeto e intentamos describirlo sólo el 2% de nuestra conexión
con lo externo entra en funcionamiento, mientras que el 98 % depende de lo
interno, de nuestras particularidades, nuestros anhelos, nuestros deseos,
nuestros sentimientos, afectando nuestra percepción de lo que nos rodea, de
allí parte la denominada subjetividad.
Subjetividad
que pudiera rayar en la mentira, o el error,
debido a múltiples factores, tales como, la auto justificación, la
memoria.
También
puede darse el caso de errores intelectuales y errores de la razón, los cuales
se escudan y defienden basándose en teorías, razonamientos, doctrinas e ideologías, situación que suele
ocurrir frecuentemente cuando se presenta alguna contradicción entre teorías, o
diferencias entre lo objetivo y subjetivo(p.5-6).
En
tales situaciones es como si nadie quisiera dar su brazo a torcer, nadie quiere
reconocer sus errores, dejando de lado la verdadera razón, que debiera más que
separarnos en rencillas idolatras del conocimiento, debería unirnos en el
variado camino de la verdad, no absoluta, sino más bien compleja.
“Las
Cegueras Paradigmáticas”, término y visión del estudioso Edgar Morín que
interpreta al Paradigma como un ente superior, una especie de Dios dueño de un
ámbito del conocimiento, con estructura y teorías propias que sustentan y
controlan un modo determinístico de ver la realidad, produciendo un
interminable ciclo entre verdades y errores.
Me
atrevería a decir que cada docente en su aula, en cada salón, tiene la
oportunidad de crear sus propias teorías, no dejes que sea una rutina; si la
vida cambia, el entorno cambia, todo se mueve, todo es dinámico, no tengas
apatía, introdúcete en el viaje del conocimiento y con mucha pasión incorpora
un liga equilibrada entre afectos, subjetividad, objetividad, ciencia, creatividad, filosofía, sueños,
ilusiones, realidades; Docentes y seres humanos en general, no dejes que tus
ojos dejen de ver lo verdaderamente esencial, vive bien, llena tu ser de amor,
para poder trasmitir y construir el conocimiento desde el ejemplo, desde la
práctica. Entiéndase que nunca dije
que yo la haga así tan perfecto como suena, pues constantemente me dejo llevar
por la turbulencia del entorno y el enfoque se pierde, pero de vez en cuando lo
que está en mi interior fluye.
Otro
de los riesgos con los que debe enfrentarse nuestra percepción de la realidad
es con el denominado imprinting cultural y los dogmas, el primero relacionado a
nuestras primeras experiencias con la familia, el ambiente de estudios,
maestros, los cuales sin lugar a dudas ejercen una especie de sello en nuestra
cultura, obedeciendo a una realidad ya preconfigurada y limitada en el caso de
la acción del dogma, lleno de reglas y restricciones.
Seguidamente
Morín con su modo de pensamiento también considerado integral, Holístico y en
definitiva complejo, hace referencia a
la Posesión, desde el punto de vista espiritual, indicando que debe existir
equilibrio entre el individuo, la sociedad y la noósfera –centro espiritual-,
para evitar que el mito y el idealismo afecten los hechos. Morín (1999) “Las
ideas existen por y para el hombre, pero el hombre existe también por y para
las ideas” (p.11).
Morín,
(1999) dice, “debemos llevar una lucha crucial contra las ideas, pero no
podemos hacerlo más que con la ayuda de las ideas. No debemos nunca dejar de
mantener el papel mediador de nuestras ideas y debemos impedirles su
identificación con lo real. Sólo debemos reconocer, como dignas de fe, las
ideas que conllevan la idea de que lo real resiste a la idea. Esta es la tarea
indispensable en la lucha contra la ilusión” (p. 12). Nuestra misión de
enseñanza es alejarnos de la ilusión y para ello debemos evitar que sean
nuestras ideas las que prevalezcan sobre lo real.
Para
evitar las cegueras del conocimiento es preciso tener presente que lo nuevo surge
constantemente y debemos estar preparados para lo inesperado a pesar de lo
paradigmáticos que nos volvemos de acuerdo a nuestras ideas y teorías.
Éste
primer Saber expuesto por Morín nos deja ver que es la educación la responsable
de ofrecer las orientaciones para asumir la incertidumbre que acompaña las
complejidades de la realidad, en la búsqueda de la verdad.
Si
el problema es la incomprensión entonces enseñemos a comprender, así inicia
está reflexión personal sobre el sexto Saber para la Educación del futuro que
Plantea Morín, “Enseñar la comprensión”, entendiendo que nuestros mayores
problemas en la sociedad en general, están asociados a la falta de comprensión
entre unos y otros, siendo esta situación un desencadenante de diversos
problemas de convivencia en nuestro planeta, en nuestro entorno, no importa cuántos
avances se hayan suscitado con respecto a la comunicación, aún teniendo la
tecnología a nuestro servicio, estar más comunicado pareciera no ser sinónimo
del aumento de nuestro nivel de comprensión. Por tal razón este tema de vital
importancia ha de ser motivo que ocupe el quehacer docente.
Ciertamente
las dimensiones de la problemática de la comprensión están por un lado
asociadas a la comprensión entre integrantes de la familia que son los seres
con quien mayormente interactuamos y otro tipo de compresión relacionada con un
ámbito más general, como las culturas diferentes. Sin embargo intrínsecamente existen
otros dos tipos de comprensión, la intelectual objetiva y la humana subjetiva
(Morín, 1999, p. 50).
Para
la comprensión objetiva es suficiente la explicación, no así ocurre para la comprensión humana,
pues esta requiere de sentimientos basados en el amor, en el afecto, en el
interés por el bien del otro.
Es
importante tener consciencia de la existencia de los obstáculos que
dificultan la comprensión, en ese
sentido el autor enuncia los siguientes:
El Egocentrismo, etnocentrismo, sociocentrismo y el espíritu reductor (Morín,
1999, p. 51-53); todos relacionados al –yo- como centro del universo y
dirimidos al orden de lo individual. Estar consciente de estos sentires pudiera
ser el inició de una introspección, con fines de rectificación que permita una
auto-compresión. Si logramos comprendernos a nosotros mismos, habría más
posibilidades de comprender a otros.
No
es fácil, pero una compresión ideal que abarque tanto lo intelectual como lo
humano, debe estar basada en la ética y el intelecto, permitiéndonos la
capacidad de comprender la incomprensión, acercándonos a la posibilidad de ser
un ser humano verdaderamente humanista que se identifique y se integre. (Morín, 1999, p 53-54).
Si
realmente queremos vivir en el futuro, debemos practicar algunos principios
básicos para fortalecer nuestra capacidad de comprensión, así que debemos educar para la tolerancia, el
bien pensar, y la aceptación de la complejidad. También agregaría el enseñar a
ser humanos terrestres de esos que se interconectan respetuosamente con el
medio ambiente donde hacen vida.
“El
sueño de la comprensión requiere de cerebros nuevos y regenerados” García,
(2018).
En
un mundo lleno de recursividad el conocimiento no tiene principio, ni fin.
Finalmente
es preciso recordar que la complejidad a la vez resulta ser tan simple que está
por doquier, así es que tu docente, yo
docente, debemos estar preparados para asumirla.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Morín,
E. (1999). Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro. Paris:
Unesco.